Frase lapidaria. “Separa los sueños de los deseos”. Soñar con ser violento, soñar con dejar de ser violento.
Volviendo hacia atrás la primera entrada en el capítulo del Dolor es “La nueva violencia.” Hanna Arendt, se consigue la sumisión tras los primeros actos violentos que pretenden ejemplarizar, como aquí en España con la libertad de expresión y la Ley Mordaza.
“Violentar al semejante cuando sabemos que si no le damos al ME GUSTA en su publicación de Facebook se irrita…..”
Dentro de esa criminalización que hace de las redes en el libro no pone ningún ejemplo de la utilidad política y social que tienen. Por ejemplo si los países menos democráticos censuran Facebook es que alguna utilidad tendrán en luchar contra la opresión. Así por ejemplo recientemente en Birmania al segundo día del golpe militar el ejercito ya estaba censurando Facebook. De manera que me parece muy frívolo que cuestiones como ésta no se pongan en el balance positivo de las redes.
La violencia se infiltra por doquier según el autor pero no menciona siquiera los desahucios. Interesante lo de Bourdieu y la violencia simbólica, la que se produce cuando claudicamos hasta interiorizar la represión.
Asumimos los esquemas de pensamiento que tiene el dominador e interiorizamos su modo de valorar las cosas.
Es lo que pasa por ejemplo ahora en Twitter con la crítica a las terrazas de los bares por ser muchas ilegales o impedir la accesibilidad. Cualquier comentario que haces en este sentido, enseguida es descalificado por lo mal que lo están pasando los hosteleros y que la gente tiene que buscarse la vida aunque sea incumpliendo la legalidad o haciendo competencia desleal. Al final acabas no haciendo denuncias de este tipo porque te acosan.
O lo de la Base Logística Militar en Córdoba, que hay tanto consenso, que cualquier crítica es muy castigada.
Nos empujan a entender y a interpretar el sentido de una realidad que se ha diseñado sin nosotros, pero que necesita de nosotros para sustentarse. Compramos el discurso y aceptamos el Status quo por miedo de exponer por ejemplo un discurso que no coincide con el de la mayoría.
Adherirnos a una ideología es aceptar una visión externa y totalitaria de la vida que nos dota de tranquilidad y nos ahorra tener que pensar.
El caso es que el autor pone un ejemplo solamente y es para meterse con los partidos políticos: “disciplina de voto para justificar la presión que se ejerce sobre la totalidad de la ideología de los afiliados.” La disciplina de voto en el parlamento es un método para desarrollar proyectos y promesas electorales del programa con que se ha concurrido a las elecciones.
Resumiendo según el autor entiendo que la NUEVA VIOLENCIA es que asumamos los valores de otros por miedo.
Resignificar los símbolos.
Se trata de que los poderes facticos controlen el significado de los símbolos. La verdadera lucha es que nosotros asumamos el poder de resignificar los símbolos. Por tanto sería la construcción consciente de la IDENTIDAD propia, que es lo que juzga tan mal en otras partes del libro.
Están las nuevas cadenas. El mito de la caverna, al llevar toda la vida encadenados han naturalizado las cadenas hasta el extremo de no percibirse atados.
La tragedia contemporánea por antonomasia donde la violencia es igual al desprecio del otro, a la ignorancia del otro.
Luego están los indicios de la voluntad débil cuyo mayor síntoma es el aumento de la distancia existencial entre el hacer y el desear. Hay una industria productora de deseos que genera un mercado de ilusiones frustradas. Es una forma de violencia el hacer pensar a la gente que pueden convertirse en INFLUENCERS.
Otra forma de violencia pero ya en los adultos es sucumbir al COACHING de las personas exitosas. Según el autor para luchar contra esta violencia hay que volver a una buena vida configurada al margen del éxito laboral, dedicándonos a una vida anónima y cuasi estática.
MASOQUISTAS. La violencia puede ser sentir que trabajamos en algo que no nos apasiona, cita a Remedios Zafra (El entusiasmo es lo que debe impulsar tu labor productiva: convertir tu pasión en producción). Si sientes que tu trabajo es una puñetera mierda y no te resignas eres un masoca contigo mismo.
Sádicos. Cuando habla el autor de las REDES suele emplear el término “la violencia hipermoderna”. Sádico es el que obtiene placer con el sufrimiento de los otros. Figura empoderada por la llegada de las redes sociales: haters con la meta del placer, donde el placer es ser la causa de la caída de alguien.
Sádicos actuales adquieren el papel de ACOSADORES cuyo único beneficio pasa por experimentar el placer de hundir al otro, sin que esto les produzca ninguna mejora en sus vidas, el éxito de su misión depende de la resistencia que tenga el otro para no desplomarse.
Otro epígrafe muy flojito es el dedicado a la negligencia ante los viejos y los no validos. La negligencia con los ancianos como forma de violencia. Además los ancianos siguen teniendo que demostrar su valía porque de lo contrario se perciben como un estorbo. En una sociedad con una velocidad de cambio brutal los conocimientos de los viejos ya no tienen utilidad.
enero 18, 2023 at 11:07 am
«En un mundo digital, si no tienes el control de la selección, será lo digital quien te diga qué eliges»
En ese sentido, enfrenta la elegancia contra la cultura de la exhibición propia de las redes sociales. «Es la pérdida de la intimidad», argumenta. Al sujeto hipermoderno, lo privado no le interesa porque no se puede exhibir salvo que lo íntimo se convierta en elemento de «cotización de su yo». Con todo, internet visibiliza solo una parte de la población. «Hay mucha gente fuera del mundo de la pantalla, que configura una identidad estable y equilibrada. Sin duda que las redes constituyen el entramado mediático, pero no creo que representen la realidad».
En el mundo contemporáneo, las categorías están mutando. Y pone un ejemplo. Antes cada uno tenía su propio concepto del bien. Y la categoría del bien era distinta en un pueblo o en una ciudad.
«Eso enriquecía y ampliaba la categoría del bien. Hoy el sujeto hipermoderno, que interioriza una visión más uniforme de la vida, tiene un concepto del bien «impregnado de su propia experiencia» y no admite más allá. «Hay, por lo tanto, un estrechamiento de las categorías».
Las narrativas de las redes han homogeneizado el modo de expresarlas y se tiende a la uniformidad. «Cada vez es más difícil encontrar la identidad o la singularidad», sostiene José Carlos Ruiz.
Según el concepto que maneja el profesor de la Universidad de Córdoba, la hipermodernidad es la eclosión del neoliberalismo como forma de vida y no solo de relaciones económicas. «Es el posmodernismo en su máxima expresión». Y pone otro ejemplo. El sujeto hipermoderno cuando hace la lista de la compra estudia qué alimento es mejor, qué dieta debe seguir y qué aplicación de calorías debe usar.
«Está en esa lógica de querer siempre tomar la mejor decisión posible para cualquier cosa. Y esa actitud provoca un cansancio extremo y un proceso de ansiedad». No es extraño, sugiere el autor, que España encabece el ranking de países en consumo de ansiolíticos en todo el mundo.
«Reclamo la necesidad de una asignatura de pensamiento crítico visual. Debemos enseñar a entender las pantallas»
https://sevilla.abc.es/andalucia/cordoba/jose-carlos-ruiz-filosofo-saber-elegir-desafio-20230118061456-nts.html