El torero es, en sí mismo, toda una demostración de que la capacidad de enfrentamiento y riesgo fue una necesidad; y hoy la decadencia del toreo nos dice que ha dejado de serIo: el enfrentamiento con el animal ya no es visto por gran parte de la población como un ejercicio necesario, como una defensa de la vida humana en la que se está unánimemente de parte del torero.
El débil, hoy, en la percepción popular y de forma creciente, es el toro, que ya no representa ningún peligro para los humanos y que sólo muere para su regocijo, con lo que el toreo deja de ser una lucha equilibrada para convertirse en una tortura deliberada de un ser casi indefenso.
Hoy la corrida es una reliquia del pasado, una ceremonia ancestral cuyo valor es el de mostrarnos en vivo una estampa antigua; pero, como ocurre con las piezas de museo, la falta de valor de uso real quita interés vital al enfrentamiento, que queda convertido sobre todo en una curiosidad para turistas o nostálgicos.
(Marina Subirats)
julio 30, 2009 at 3:33 pm
La racionalidad define a la tauromaquia como una actividad que consiste en la tortura «premeditada» y el aseinato a «sangre fría» de animales con capacidad de sentir dolor y miedo, con fines exclusivamente lucrativos y de entretener a una serie de individuos que quizás no le encuentran sentido a sus vidas.
Desde el punto de vista de la solidaridad, la tauromaquia es un desprecio al dolor de seres sin malicia alguna, es decir de animales inocentes.
Basta mirar la mirada de uno de esos pobres animales, para encontrar la inocencia y la ternura que falta desgraciadamente en muchos equivocadamente denominados «Homo sapiens».
octubre 16, 2009 at 9:30 am
Viva José Tomás.